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    La UMD y los socialistas catalanes

    Publicado por Raimon Obiols | 18 Febrero, 2010


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    UMD

    Antes de ayer, 16 de febrero de 2010, la ministra de Defensa, Carme Chacón, entregó la Cruz del Mérito Militar a los antiguos miembros de la Unión Militar Democrática (UMD). El 4 de diciembre de 2009, el Consejo de Ministros había aprobado una declaración institucional que reconocía el papel de la UMD y la represión que el franquismo ejerció sobre los oficiales y suboficiales que formaron parte.

    ¡Que tarde llega este reconocimiento! La propia ministra hizo alusión, diciendo que “treinta y cinco años es un plazo muy largo para saldar una deuda, demasiado largo para aquellos que no pueden vivir este momento”, recordando a Julio Busquets, uno de los fundadores de la UMD siendo comandante, y que después fue diputado del PSC. El acto en el ministerio de Defensa representaba, según la ministra, el reconocimiento a unos méritos incuestionables: los miembros de la UMD se habían enfrentado a la dictadura, colaborando “decididamente  a “la transición a la democracia, y fueron “encarcelados, juzgados, condenados y expulsados” del ejército. Eran, dijo la ministra, unos “valientes que sabían muy bien a qué se exponían y siguieron adelante”. Este reconocimiento, aunque llega tarde, es limpio e inequívoco. A Joan Reventós y Julio Busquets eso les habría complacido, y les habría emocionado que fuera una socialista catalana, la ministra de defensa Carme Chacón, quien tomara la iniciativa.

    Si menciono estos nombres es porque la colaboración entre el socialismo catalán y la UMD fue estrecha y bastante importante.

    Las primeras noticias que tuvimos en el Moviment Socialista de Catalunya, en 1973, de que algo se movía en la guarnición militar de Barcelona, nos llegaron a través de Rafael Lorente, un antifranquista independiente, diplomático separado del servicio debido a sus actividades contra el régimen. Lorente, hombre apasionado, de izquierdas, poeta, era pareja de la catalana Cristina Maristany (que recuerdo bellísima), con quien compartía los mismos afanes de revuelta y libertad. Venían a menudo a Barcelona, nos informaban de la evolución de los grupos de la oposición democrática de Madrid. Compartían con nosotros la insatisfacción y la impaciencia por las divisiones y exclusiones entre los demócratas españoles, en aquellos años del tardofranquismo, y creían que el camino unitario que se había trazado en Catalunya, con la Coordinadora de Fuerzas Políticas y la Asamblea de Catalunya , era lo que había que seguir en todo el Estado. Fue en uno de estos encuentros que Lorente nos dijo: “Algo se mueve entre los militares jóvenes, sobre todo en Barcelona”. Eran los momentos de la euforia de la “revolución de los claveles” en Portugal, que había tumbado la dictadura salazarista, y nos pareció verosímil – y esperanzadora – aquella información. Era lógico pensar que los acontecimientos portugueses debían significar un incentivo catalizador de las inquietudes de las nuevas promociones de jóvenes oficiales.

    Un conducto más directo con lo que se gestaba en los cuarteles nos vino poco después, a través de las conversaciones de Reventós con Julio Busquets, entonces comandante destinado en Barcelona. La editorial Ariel, donde Reventós trabajaba, había publicado el libro “El militar de carrera en España” de Busquets, no sin tener que sortear todo tipo de obstáculos con la censura. En ese largo tira y afloja para obtener la autorización para editar el libro (donde sobresalió el más hábil negociador de Ariel, Alejandro Argullós), Joan Reventós y Julio Busquets se fueron haciendo muy amigos; se estableció entre ellos una confianza creciente. En un momento dado, Busquets le confió a Reventós que había hecho un viaje a la Lisboa de los claveles, junto con otro comandante, Luis Otero Fernández, para recibir información directa de la acción y las posiciones de los militares portugueses.

    La UMD se constituyó formalmente en Barcelona, en casa de Guillermo Reinlein, en el Paseo de Sant Joan, el 30 de agosto de 1974. Asistieron una docena de oficiales, dos de ellos de Madrid, y constituyeron una primera junta directiva. En los meses siguientes, Reventós y Busquets organizaron varias reuniones en las que entre otras participaron, que recuerde, además de Busquets y Reinlein, los militares Gabriel Cardona, Julián Delgado, Juan Diego, José Júlvez, Enrique López-Amor y Manuel Miralles . La mayoría eran entonces capitanes. En estos encuentros, una mutua prevención inicial era explicable. La historia era insoslayable: López-Amor era hijo de uno de los militares alzados en Barcelona el 18 de julio del 36, el padre de Delgado había sido asesinado en Paracuellos del Jarama … Pero muy pronto se estableció un clima de confianza y de coincidencia de propósitos. Estaba claro que aquellos hombres se sentían estimulados por la experiencia portuguesa pero no se reflejaban. Su proyecto era la transición a la democracia por medios pacíficos, el establecimiento de las libertades y del Estado de derecho, la despolitización y profesionalización del ejército.

    Reventós se convirtió en un activísimo impulsor de contactos entre la UMD naciente y los grupos de la oposición democrática; fue él quien, de hecho, introdujo la UMD en el mundo de la oposición clandestina. Les facilitó el primer contacto con Joaquín Ruiz Giménez, en la casa de verano de este en Palamós, y con Anton Cañellas, de Unió Democràtica. Los puso en contacto con Antoni Gutiérrez Díaz, del PSUC y, viajando a Madrid, llevó Luis Otero y Martín Consuegra a hacer el primer contacto de la UMD con el PCE, en una reunión en una casa de la urbanización Conde de Orgaz, en la que asistieron los dirigentes comunistas Armando López Salinas y Simón Sánchez Montero. Fue él también quien les presentó a Felipe González, que se reunió por primera vez con los militares en el piso de un responsable del MSC, Robert Rivera, en la calle Numancia de Barcelona y tuvo con ellos, meses después, una larga entrevista en una masía de Sant Climent de Llobregat. Reventós organizó también, que yo recuerde, el primer contacto de la UMD con Nicolás Redondo, entonces secretario de la UGT. Es muy probable que hiciera aún otras gestiones y encuentros que no recuerdo (la memoria es, como dice Javier Marías, “un dedo tembloroso”).

    El 29 de julio de 1975 se produjeron las primeras detenciones de miembros de la UMD: la policía militar y la guardia civil detuvo en sus domicilios el comandante Luis Otero y los capitanes José Fuertes, Restituto Valero, Fermín Ibarra, Antonio García Márquez, fernando Reinlein, Manuel Fernández Lago y José Ignacio Jiménez (estos dos últimos no estaban en casa). En días sucesivos fueron detenidos Fernández Lago, Abel Ruiz Cillero y Jesús Martín-Consuegra. El 8 de marzo de 1976, muerto ya el dictador, se inició en los cuarteles de Hoyo de Manzanares el juicio contra nueve de los detenidos, que fueron condenados a penas de entre dos años y medio y ocho años de prisión y, en el caso de siete, a la expulsión del ejército. Siguieron después otros registros, detenciones y otras medidas de intimidación, para intentar paralizar la expansión del movimiento. Este, sin embargo, continuó y los socialistas catalanes seguiremos colaborando con sus responsables.

    La interpretación que dimos de aquella reacción represiva del régimen franquista era que éste, lógicamente, reaccionaba por pánico a la expansión del movimiento democrático en las guarniciones. Reventós veía, además, la mano del generales Milans del Bosch (después golpista del 23-F) y Campano, apuntando contra Gutiérrez Mellado, al que querían presentar como el inspirador en la sombra de la UMD.

    La UMD se reunió en Esplugues de Llobregat, el 20 de junio de 1977 y acordó su autodisolució. Cinco días antes se habían celebrado las primeras elecciones democráticas tras la dictadura.

    Los objetivos civiles del movimiento de los militares demócratas eran la convocatoria de una asamblea constituyente que hiciera una Constitución homologable a las del resto de países occidentales europeos y el restablecimiento de las libertades democráticas e los Derechos Humanos. Estas metas se habían alcanzado y en la gestación de la nueva situación democrática el papel del movimiento de los militares demócratas había sido importante. La represión, y la propia aceleración de los cambios políticos de la transición democrática no permitieron una gran extensión del movimiento. Agregaron unos pocos cientos de militares, en grados diversos de implicación, en un contexto particularmente difícil y hostil. Pero su acción valerosa tuvo un enorme valor moral y un extraordinario impacto político. Yo creo que debemos alegrarnos mucho de que finalmente se haya hecho justicia a los valientes de la UMD.

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