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    Van Rompuy-Ashton, un voto de confianza

    Publicado por Raimon Obiols | 20 Noviembre, 2009


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    La elección de los jefes de gobierno y de estado en la reunión de ayer del Consejo Europeo se ha decantado hacia dos personalidades – el belga Herman Van Rompuy y la británica Catherine Ashton – que son muy poco conocidas por el público y que tienen un perfil político discreto en sus propios países. En principio una interpretación razonable consiste en pensar que los dirigentes europeos no han querido elegir personalidades fuertes, carismáticas, que de una manera u otra podrían limitar su poder como líderes nacionales. Esta suspicacia es especialmente lógica en cuanto a los dirigentes de los grandes países europeos.

    Ahora bien, dicho esto, conviene no precipitarse augurando una función débil y resignada de estos dos nuevos cargos europeos. El precedente de Jacques Delors, en particular, debe tenerse en cuenta. No tenía carisma cuando fue elegido presidente de la Comisión, se dio a conocer a la opinión pública europea tras asumir su cargo de presidente de la Comisión, y aún hoy se le añora.

    Por otra parte, conviene repasar la letra del Tratado de Lisboa. Este dice que el presidente del Consejo europeo “presidirá y animará los trabajos del Consejo” y trabajará “para facilitar la cohesión y el consenso en el seno del Consejo”. Desde este punto de vista, la elección de Van Rompuy, que tiene un perfil de facilitador de decisiones y consensos no parece desacertada. Las personalidades carismáticas no suelen ser consensuales. Una política de compromiso permanente, a negociar entre 27 Estados miembros, exige unas determinadas características que en principio pueden corresponder al perfil de Herman Van Rompuy. Demócrata – cristiano, federalista, proveniente de un país pequeño donde los cleveages nacionales entre flamencos y valones obligan a una filigrana constante de negociaciones, el nuevo presidente permanente del Consejo europeo podría sorprender positivamente. De momento se le debe dar un voto de confianza.

    Se espera no sólo esta función de creación de consenso, sino que el nuevo presidente estable del Consejo dé una cara a Europa, la represente en la arena mundial. En este terreno una personalidad conocida y carismática habría tenido ventajas, pero también inconvenientes. En particular, la nominación de Tony Blair – cuyo nombre sonó insistentemente hasta la última hora – habría tenido unos efectos especialmente nefastos. La insistente campaña para situar Blair a la presidencia permanente de la Unión ha servido finalmente al gobierno británico para poner a Catherine Ashton como responsable de Exteriores.

    Como comisaria de comercio, Ashton ha hecho una buena labor. Los países terceros, sobre todo los del Sur, la valoran mucho más positivamente que a su antecesor, Mandelson (aunque esto no sea decir mucho). El hecho de que haya una mujer entre los principales responsables de Europa es también un hecho positivo que hay que saludar.

    Ya veremos cómo se concretan los perfiles de Van Rompuy y Catherine Asthon en el futuro. Esperemos que nos den sorpresas positivas. De momento, toca decir que las cosas podían haber sido peores. Blair queda fuera – no era evidente hace pocas horas-y en alguna medida habrán contribuido los decenas de miles de firmantes de la petición “Stop Blair” en internet.

    Habrá que ver si, en el terreno de la representación internacional de Europa, Van Rompuy es capaz de construirse un perfil fuerte. También aquí la referencia a Delors se hace inevitable: supo impulsar grandes iniciativas políticas, encarnó Europa con una gran dignidad y generó un entusiasmo colectivo entre las personas que trabajaban en las instituciones europeas, muchas de las cuales aún lo recuerdan casi con lágrimas en los ojos.

    Van Rompuy y Ashton harían bien en emular el perfil de Jacques Delors. En este ejercicio no tendrán competidores, porque esperarlo de Barroso sería inútil. Los dos nuevos responsables europeos son una incógnita que el tiempo – no mucho tiempo – resolverá. Esperemos que en un sentido positivo. ” No soy un ego ambulante ( ‘an ego on legs’); juzgadme en lo que haré “, ha dicho Catherine Ashton. Van Rompuy también dicho algo parecido. Algunos se han apresurado a descalificarlos. Cohn-Bendit les ha tildado, con cierta petulancia, a ella de “insignificante” ya él de “soso”. Mejor hay que tragar los calificativos. Nosotros preferimos esperar, con un voto inicial de confianza.

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