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Lecciones de Egipto
Publicado por Raimon Obiols | 30 Mayo, 2012
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En un texto que publiqué en este blog, a propósito del movimiento que derrocó Mubarak, me refería al reto fundamental que se planteaba a la juventud democrática de Egipto. Ahí citaba estos fragmentos de un corresponsal del Washington Post, William Wan:
“Cuando un miembro sugiere que el grupo debe constituirse en un partido político, la reunión se convierte en una pelea de gritos. Los políticos – con sus maquinaciones de poder, egoísmo y corrupción – son lo que empujaron a Egipto a un régimen de tres décadas de autoritarismo“, dice uno de los miembros del Movimiento del 6 de abril,”¿Por qué no centrarse en el activismo en lugar de perder tiempo en un partido político?“.
“Fue, en muchos sentidos, mucho más fácil durante la revolución”, comentaba Wan, que añadía: “En aquellos embriagadores 18 días, los jóvenes activistas de Egipto compartían una visión y centraron todos sus esfuerzos – tweets, mensajes de Facebook, vídeos y blogs, así como los puños y las piedras – hacia esa meta: derribar Hosni Mubarak, el autócrata que había gobernado Egipto durante 30 años. Pero ahora, con este objetivo conseguido, se han originado otras demandas.”
Yo me hacía entonces estas preguntas: ¿Cómo consolidar los avances del movimiento democrático y proseguirlos? Cómo hacer política en la nueva situación? La respuesta que a estas cuestiones den los jóvenes activistas de movimientos como el del “6 de abril”, me decía, determinará en buena medida el futuro.
Ahora estos sectores se encuentran, en el proceso para elegir al nuevo presidente de Egipto, en una situación de desconcierto bien amargo. Los dos candidatos que se disputarán la segunda vuelta de las elecciones presidenciales son un dirigente de los Hermanos Musulmanes y un militar que fue el último jefe de gobierno del régimen de Mubarak.
Como enlazar protesta y alternativa, indignación y perspectiva de cambio real, movilización y acción efectiva?
Este es un reto que no sólo se plantea en Egipto, es lo mínimo que se puede decir. Yo no tengo una respuesta a esta pregunta, aunque algunas ideas las tengo. Sé que es la pregunta más importante que tenemos que debatir, si no queremos que las cosas vayan hacia atrás, en Egipto y en nuestra casa. Hay que debatir con serenidad, sin prejuicios, sin incompatibilidades. Y sin perder tiempo.
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