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    Austeridad, crecimiento y combate de ideas

    Publicado por Raimon Obiols | 18 Mayo, 2012


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    Al hilo de la crisis y del malestar popular que castiga a todos los gobiernos europeos, ha comenzado a aparecer una nueva posibilidad para las izquierdas europeas. Empezó en Dinamarca y Eslovaquia, y ha seguido con la victoria de Hollande en Francia y de los socialdemócratas en Renania del Norte – Westfalia, el land alemán más poblado, con 18 millones de habitantes. Es posible que en 2013 esta tendencia prosiga en las elecciones alemanas e italianas.

    Esta situación plantea una constatación y un interrogante. La constatación es que se está abriendo, germinalmente, un nuevo ciclo de oportunidades para la izquierda. El interrogante es el siguiente: las izquierdas, y en primer término los partidos socialistas, tendrán unos planteamientos que permitan obtener resultados, asegurar en el tiempo este cambio de tendencia, conseguir una salida positiva de la grave crisis actual?

    A mí me parece que esto plantea un reto que no es sólo de programa y de gobierno, sino que es también, fundamentalmente, un reto cultural, de combate de ideas. Diría que este aspecto será finalmente el decisivo.

    En este sentido, la prioridad de la izquierda debería ser lanzar y debatir ideas, encontrar lenguajes, proponer respuestas que incidan en la cultura difusa de masas, impulsar planteamientos que se adecuen al espíritu del tiempo, al malestar de los pueblos europeos, a la percepción de masas de la crisis y de sus posibles salidas, negativas o positivas.

    En este último periodo, la gente ha hecho unos cursillos acelerados sobre dos materias:

    1) sobre el actual capitalismo financiero y sus efectos desastrosos. Términos como “prima de riesgo”, “deuda soberana” o “Ibex 35″ han pasado a ser habituales en multitud de conversaciones, lo que no sucedía en el pasado inmediato. La gente constata con angustia el dominio de los “mercados” sobre unos gobiernos débiles y casi impotentes, se escandaliza con la obscena desproporción entre los emolumentos de los jefes de las grandes empresas financieras, y el conjunto de los asalariados, etc.

    2) sobre la importancia decisiva de la cuestión “Europa” en relación a la crisis. El debate Hollande-Sarkozy fue retransmitido en directo por TV3 y TVE y seguido por mucha gente, conscientes de que no sólo afectaba a Francia sino también a nosotros. El debate sobre “austeridad y crecimiento” ocupa las conversaciones y alimenta la esperanza de que el modelo “Merkozy” sea sustituido por unos nuevos enfoques antes de que el agravamiento de la crisis sea ineluctable, etc.

    Pero no será suficiente una respuesta que se limite a proponer unos programas de “crecimiento” frente a las políticas de “austeridad y penitencia” que la derecha propone e impone. Se trata de una condición necesaria pero no suficiente. Los socialistas se han centrado, y es lógico, en este terreno de las alternativas de recuperación (véase, por ejemplo, el documento “Una estrategia para el crecimiento y el empleo en Europa” delGrupo socialista en el Parlamento europeo, que es un buen papel).

    Porque, por serios y eficientes que sean estos programas de crecimiento (y empiezan a serlo), lo más previsible es, en el mejor de los casos, un futuro de recuperación económica lenta y precaria, en el que la creación de nuevos puestos de trabajo será difícil, y en el que el mantenimiento de los derechos sociales y de los bienes y servicios públicos estén sometido a presiones considerables durante mucho tiempo. La izquierda no sólo debe tener la seriedad de efectuar programas que combinen el equilibrio presupuestario con estrategias de crecimiento. Debe tener el coraje de proponer alternativas que cambien las tendencias de nuestras sociedades, que hagan prevalecer las nociones de democracia, solidaridad e igualdad, no sólo como “valores eternos” que se darían por supuestos en la izquierda, como el valor al soldado, sino como impulsoras de proyectos y soluciones concretos y verificables.

    Es esencial la lucha contra el individualismo cínico y egoísta, contra la apoteosis del dinero, contra la carrera sin fin del consumo y del consumismo, contra el riesgo de agotamiento de los recursos y los territorios. Es esencial la afirmación de la solidaridad colectiva, los bienes y servicios comunes.

    Y también como la lucha contra la manipulación cultural de masas, lo que Raffaelle Simone describe como “consumo, erosión de los recursos del planeta, transformación del tiempo libre en disipación del individuo y del medio ambiente,  envilecimiento de la actividad intelectual,  mediatización llevada al extremo,  reducción de la vida al espectáculo y de la esfera pública al formato mediático “.

    “Aquel que entre nosotros se reivindica de izquierdas, si cede a esta forma de vida, ya ha pasado en los hechos a la derecha. La parábola de Strauss-Kahn ofrece un emblema extraordinario: que quedaba de socialista en este hombre? Los efluvios de la derecha impregnan y arrastran con ellos el mundo de la izquierda“, añade Simone.

    Se trata, finalmente, de temas más primordiales que unas décimas de incremento del PIB, por positivas y necesarias que en el momento actual sean las mismas. Son los temas que forman la parte central del proyecto histórico de la izquierda. Y están hoy sometidos a un decantamiento brutal en beneficio de la derecha. En este terreno, es necesaria una lucha cultural a la altura de nuestro tiempo, y se echa de menos. El laborista británico Jon Cruddas se refería recientemente en una conferencia (“La Buena Sociedad“) que L’Hora ha publicado.

    La estrategia de “relanzar el crecimiento” debe inscribirse en una perspectiva de transición hacia un nuevo modelo cultural y social que sea construido, antes de que sea demasiado tarde, a través de unas opciones políticas libremente decididas y aceptadas. Naturalmente, ninguna fuerza política de izquierda que aspire a ganar elecciones y a gobernar no puede proponer el ascetismo, ni puede limitarse a invocar la virtud. Pero si puede librar un combate concreto contra la corrupción, la partitocracia, el alejamiento entre la ciudadanía y la política. Y puede debatir, proponer y hacer prevalecer, desde la propia sociedad y desde las instituciones, cambios inteligentes y necesarios para la calidad social y cultural de nuestras sociedades.

    Categorias: General, Medio ambiente, Política europea, Socialismo | Sin Comentarios »

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