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Barcelona demà: Una invitación al debate
Publicado por Raimon Obiols | 9 Noviembre, 2010

(Esta fue mi intervención en la primera reunión de Barcelona demà , el pasado 3 de noviembre).
En el acto de presentación de la candidatura socialista en las primeras elecciones municipales, en 1979, alguien citó a Carles Riba. No recuerdo quién fue pero en cambio la citación me ha quedado grabada. Decía más o menos (la reproduzco de memoria): “La ciudad será nuestra porque sólo nosotros comprendemos en profundidad el profuso espectáculo”. Sí, la ciudad sería del pueblo: nuestro lema era “Entra con nosotros al Ayuntamiento”). Nos reapropiarámos democráticamente de Barcelona en el nuevo periodo de libertad, de democracia local, después de tantos años de dictadura, de desposesión, de tantas injusticias y desastres urbanos.
Los socialistas, que habíamos iniciado hacía poco la apasionante aventura de la unidad, comprendíamos la ciudad para que en pequeño en reflejábamos también su “profuso espectáculo”. Con gente de los barrios y de las asociaciones vecinales, trabajadores y sindicalistas, maestros, escritores e intelectuales, comerciantes y pequeños empresarios, algún capuchino de Sarrià y comecapellanes excombatientes de la República, jóvenes estudiantes, catalanes de origen y catalanes de destino, el socialismo barcelonés constituía un colectivo plural, de formidable potencia. No necesitaba un “relato” o “narrativa” sobre Barcelona, porque tenía una “teoría” de la ciudad como resultado del juego combinado de experiencias múltiples y de unos anhelos compartidos de futuro.
Sí: una “teoría”, con todos sus efectos movilizadores, prácticos y positivos, y también funcionando como antídoto de posibles derivas. En un artículo reciente (Amar la duda), Manuel Cruz citaba a Horkheimer: “El desprecio por la teoría es el inicio del cinismo en la práctica”.
Sobre esa base vital se ha construido, conceptual y prácticamente, una gran obra colectiva de gobierno democrático de Barcelona. En unos momentos en los que internacionalmente se hablaba de la “muerte de la ciudad”, Barcelona emergió, ha escrito Jordi Borja, “como la promesa renovada de la ciudad moderna y democrática.” ( La ciudad, entre la desposesión y la reconquista )
Treinta años después, Barcelona es la de siempre, “la gran encantadora”, pero se ha transformado profundamente. En muchos aspectos ha sido extraordinariamente mejorada. Es reconocida como una ciudad en los primeros puestos europeos; ha sido y sigue siendo un gran referente internacional. Pero tiene por delante nuevos problemas y nuevas posibilidades, nuevos retos: no se debe detener.
Por eso hay que hablar del futuro de esta aventura colectiva con una mirada nueva hacia el futuro que, cuando sea necesario, mire también al pasado. Queremos discutir sobre los retos de la Barcelona de mañana. Queremos debatir los problemas de la Barcelona de hoy, los que tiene a pie de calle y en su carne social y cultural. Son las cuestiones que, en su complejidad, con sus contradicciones y su potencial de futuro, debe afrontar una izquierda del siglo XXI. “La ciudad”, dice Borja en dicho artículo, “es una metáfora de la izquierda, en la doble dimensión individual y social, lírica y épica. Tanto la ciudad como el socialismo tienen la vocación de maximizar la libertad individual en un marco de vida colectiva que minimice las desigualdades “.
Hoy la política necesita perspectiva, pensar en el tiempo y con tiempo, insistir en el razonamiento, la información, la pedagogía. Hay una crisis de la política, que se mueve en la inmediatez del día a día, el afán de gustar y agredir, la dictadura del instante, la mediatización – y a menudo la manipulación – de medios de comunicación que juegan la carta de la antipolítica. “En todos los países” ha escrito Lluís Bassets, “avanza la desafección de la antipolítica, en muchos casos a caballo de poderes mediáticos que saben explotar las bajas pasiones” (Entre el cansancio y la catástrofe).
Por eso queremos hablar de la ciudad. Nou Cicle os invita a discutir sobre el presente y el futuro de Barcelona con el método que fundamenta la ciudad democrática: la discusión política, la deliberación colectiva, sin prisas y sin otro objetivo instrumental que contribuir a una renovada “teoría de Barcelona”, con las minúsculas que correspondan, de cara a los próximos años.
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