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La crisis económica y el tratado de Lisboa
Publicado por Raimon Obiols | 23 Abril, 2009

El Fondo Monetario Internacional acaba de hacer públicas sus nuevas previsiones económicas para el 2009. Han sido como una ducha de agua fría. En enero todavía apuntaban a un ligero crecimiento global, de la orden del 0,5%. Ahora prevén un retroceso del 1,3%.
El crecimiento chino (+ 6,5 %) y el de la India (+ 4,5 %) no compensará la recesión de las otras economías.
Las perspectivas son especialmente oscuras en Europa: un retroceso del crecimiento del 4,2% en la zona euro. Según los pronósticos del FMI, en los EE.UU. será bastante menor (2,8%) a causa de las políticas fiscales y de gasto público que ha adoptado
Todo eso es grave, y cada día que pasa la situación europea aparece más hipotecada por la ‘absurda parálisis institucional que se generó con la victoria del “no” a la Constitución europea en Francia y en los Países Bajos, y por los retrasos insostenibles en la ratificación del Tratado de Lisboa, en Irlanda y en Chequia. El diario francés “Le Monde” escribe hoy – y tiene toda la razón – que, en esta situación, la Unión europea parece “un pato sin cabeza“.
La República checa tiene este semestre la presidencia del Consejo europeo. Su presidente, Vaclav Klaus, es un ultraliberal amigo de Aznar y enemigo del Tratado de Lisboa. El presidente en ejercicio del Consejo, el primer ministro checo Mirek Topolanek, fue derrotado en marzo con una moción de censura y tendrá que ceder el cargo, el 9 de mayo, a un técnico que presidirá un gobierno de transición hasta las elecciones.
Todo eso deja a la Unión europea sin un esquema mínimamente tolerable de funcionamiento. La economía se resentirá de ello visiblemente, y también el papel internacional de Europa. Esta primavera hay previstas cimeras con los Estados Unidos, Canadá, Rusia, Corea del sur, China y, posiblemente, los Estados Unidos. Por parte europea, estos encuentros los presidirá el señor Topolanek, un jefe de gobierno derrotado y dimitido, y después del 9 de mayo un nuevo premier checo desconocido, el señor Jan Fischer, que dirigía el instituto estadístico de su país.
Todo eso haría reír si no hiciese llorar, sobre todo pensando que la prioridad urgente de Europa es hoy coordinar e impulsar una política económica de respuesta a la crisis.
¿Cómo es posible, en estas condiciones, que todos los candidatos catalanes a las elecciones europeas, excepto
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