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“Greed is good”
Publicado por Raimon Obiols | 17 Marzo, 2009
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“El punto es, señoras y señores, que la codicia, por falta de una palabra mejor, es buena (“greed is good”). La codicia funciona, la codicia clarifica, penetra y captura la esencia del espíritu evolutivo“. Estos días de crisis se ha recordado aquel gran himno a la avidez por la pasta pronunciado por Gordon Gekko (Michael Douglas) en la pellícula Wall Street de Oliver Stone, el año 1987, en plena época de gloria neoliberal (vale la pena ver el genial discurso en video).
En el film, Gekko pronuncia también una frase lapidaria: “Todo es cuestión de dinero, el resto es sólo conversación“. Es lo mismo que han pensado los directivos de la aseguradora norteamericana AIG (American International Group) que han acordado hace unos días otorgarse bonificaciones por valor de 165 millones de dólares después de haber casi hundido la compañía, que sólo ha podido sobrevivir a la crisis con una inyección de 170.000 millones de dólares de fondos federales.
“No importa de dónde viene el dinero, aquello que importa es acaparar cada vez más“, ha comentado el Washingon Post, que denuncia “el escándalo de las superbonificaciones a los directivos de sociedades, como AIG y Citigroup que estarían fallidas si no hubiesen recibido enormes ayudas federales“. El presidente Obama se ha apresurado a condenar, calificándolo de “indignante” y de “ultraje” al hecho de que el dinero de los contribuyentes, incluidos los que hoy están perdiendo el trabajo, se convierta en un premio para los altos directivos que han sido responsables del colapso del sistema financiero. Pero el aspecto frustrante de esta situación es que tanto el secretario del tesoro, Timothy Geithner, como el máximo consejero económico del presidente, Lawrence Summers, han tenido que admitir que no tienen instrumentos para actuar legalmente contra el pago de las bonificaciones, que según el New York Times se efectuó el viernes pasado.
Hace unos días comenté que Obama se encuentra entre el éxtasis y la agonía (entre la popularidad y la precariedad de su presidencia). Los hechos van muy deprisa. Obama ha tenido que dar la cara para sostener las ayudas en los establecimientos financieros, con el fin de evitar unas bancarrotas que habrían implicado un efecto en cadena con efectos tremendos sobre la economía norteamericana y mundial. Pero no dispone de los criterios e instrumentos que puedan impedir situaciones como las de las bonificaciones de los directivos de AIG. Por eso se encuentra en la situación de denunciar el “ultraje” sin poder hacer en concreto gran cosa para detenerlo. Es un grave riesgo de erosión de un capital político extraordinario.
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