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PP: vientos y tempestades
Publicado por Raimon Obiols | 14 Mayo, 2008

Las crisis internas de los partidos son siempre un poco misteriosas, por el hecho de que, en muchas ocasiones, estallan repentinamente, como un ataque violento de fiebre, sin que parezcan obedecer a un plan determinado o a una lógica comprensible. Cuando producen efectos que no van a favor de los intereses de nadie en especial, sino más bien al contrario (todo el mundo tiende a perder), entonces el misterio aumenta.
Ahora parece, por ejemplo, que la crisis interna del PP español va desarrollándose a base de acontecimientos incontrolados (el último, el “plante” de Maria San Gil) que van haciendo ineluctable un proceso de decantaciones y tomas de posición que estimulan reacciones de signo contrario y van generando una creciente confrontación. “Vamos a dar la batalla“, dice Mayor Oreja. ¿Pero, de qué batalla se trata? No lo aclara y no se sabe exactamente. Ya lo iremos viendo, quizás, a medida que va subiendo la fiebre del partido de la derecha española.
Hay, en esta crisis del PP, un aspecto que tendría que interesar especialmente, y que en cambio no me ha parecido que atraiga la atención de los comentaristas. Es el hecho de que la acusación principal que desde el PP se hace a Rajoy (y la que parece hacerle más daño) sigue casi punto por punto la línea argumental de los ataques que el PP y el propio Rajoy han efectuado en los últimos años contra el PSOE. Es decir: la acusación de querer pactar con los nacionalistas, y por lo tanto, implícitamente o de manera explícita, la acusación de dividir la patria, de balcanizar España, etc.
Si en el propio interior del PP se genera este tipo de táctica argumental, entre la demagogia y la paranoia, presentando a Rajoy y los suyos como unos “tibios” y unos sospechosos en materia nacional española (“El PP tiene que decidir entre rendición o resistencia“, ha declarado Mayor Oreja), entonces habrá que llegar a dos conclusiones: 1/ quien siembra vientos recoge tempestades; y 2/ en cuestiones de defensa de las esencias patrióticas no se puede fiar uno de nadie: Rajoy era un infiltrado.
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